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Crowdtesting, la experiencia de poner en orden lo que no nos gusta

Cuando navegamos por internet, a través de un sitio web o una aplicación, y nos topamos con algún fallo en la funcionalidad (una página que no carga, un enlace que no funciona, un texto que no corresponde es inevitable molestarse, sentir un pequeño grado de insatisfacción, y salvo que identifiquemos que la falla se deba a un problema de nuestro dispositivo o conexión a internet, no atendemos a razones, solo pensamos: “¡qué mala es esta página!” 

Con la transformación digital se han abierto las puertas a procesos de prueba colectivos, o Crowdtesting, en los que se hacen pruebas con usuarios reales para determinar la calidad de un producto o servicio desde dos puntos de vista diferentes: el interno, que atiende al desarrollo; y el externo, que involucra usuarios reales, potenciales o nuevos. Todo esto buscando ofrecer una mejor experiencia al usuario, una experiencia a prueba de fallos. 

De esta forma surge la posibilidad de ponernos el overol para ser parte de un proceso de optimización y pruebas en el que examinamos e identificamos fallas para hacer que esa experiencia digital, que la vivimos a diario, sea satisfactoria en todo sentido. Si además de esto existe el incentivo de una remuneración económica, ¿por qué no intentarlo? 

Es así como decidí vivir un día como tester. Una experiencia que no había tenido antes, pero que quise experimentar para determinar su potencial, teniendo en cuenta además que con la transformación digital y la pandemia han surgido nuevas ocupaciones como esta, que han llegado para quedarse, y para implementarse definitivamente en los procesos de desarrollo. 

Encontrando fallos 

El proceso en general tiene una metodología sencilla y fácil de entender. Por supuesto inicia con la creación del perfil como tester. Hablamos de un clásico formulario que se completa con los datos personales y la inclusión de documentación que permite certificar la existencia real de la persona. 

Una vez creado el perfil, es cuestión de tiempo hasta que surja lo que se denomina un RETO, que traduce la asignación de un sitio web o una aplicación para desarrollar las pruebas de usuario. La información llega vía correo electrónico en donde se especifica la página a analizar, el proceso de trabajo, el pago y las fechas en que se realiza. 

Con el sitio web en pantalla, se debe ingresar a dos plataformas; la primera es un chat donde los administradores del reto envían indicaciones e información pertinente. La segunda es donde se registran los fallos. Hay un horario para el reto, estos no son indefinidos, se abre la plataforma a una hora exacta, se hace una pausa transcurridas casi dos horas de prueba, y luego se retoma por otro lapso y al final de la prueba la plataforma queda cerrada. Solo en el tiempo de apertura los usuarios podrán ingresar información.

Al inicio de la experiencia sentí una especie de adrenalina, los retos se desenvuelven como una especie de juego competitivo en el que las personas van analizando y encontrando el reto, la primera en reportar un fallo gana el bono, entonces se siente como una especie de competencia y en consecuencia los sentidos se agudizan para rendir con agilidad. Tuve unas preguntas al principio que fueron resultas rápidamente por uno de los administradores, paso seguido empecé a buscar fallos en el sitio web. Desde mi perfil de comunicador a lo primero que atendí fue a buscar errores de ortografía, justo para mí porque el proyecto que me correspondió tenía gran cantidad de texto por analizar. Pero vale aclarar que los fallos que se buscan son de distinto tipo: algunos tienen que ver con el aspecto gráfico, imágenes que no cargan o no corresponden; otros al contenido de texto, ortografía, errores de semántica e incluso idiomáticos. También los hay en diseño, como un contenido que se sobrepone a otro. La funcionalidad es otra de los aspectos más importantes a analizar: que una pestaña cargue correctamente, que un link funcione, que un formulario esté adecuado, que la experiencia de usuario sea agradable y clara, etc. 

En la plataforma diseñada para registrar la información, se sube el detalle del fallo encontrado y se anexa una evidencia en imagen o video. Mientras se reporta, es posible ver la actividad de los otros tester para no duplicar la información. Los administradores están atentos para evaluar cada reporte y aprobarlo o solicitar algún ajuste. 

La comunicación es la clave 

Una vez cumplido el tiempo, en mi caso alcancé a reportar ocho fallos, todos aprobados. Finaliza la experiencia y la información consignada es remitida al cliente para su evaluación y ajuste. Más allá de la observación, la competencia, el ‘juego’ y poder aspectos que como usuario sé que son molestos, hay una clave primordial en el proceso de crowdtesting y es la comunicación. Hablar o expresar sin temor, permite que el proceso tenga un engranaje adecuado para un desarrollo ágil y efectivo de la prueba. 

Todos se pueden sumar a esta experiencia como parte del equipo de trabajo de una empresa, o hacerlo como un tester que se suma a varios retos. Independiente de su motivación, estas actividades brindan grandes satisfacciones como usuario y si, también desde las recompensas.